ATLIXCO

La tradición de los engrillados de Atlixco: una muestra de fe extrema

Atlixco, Pue.- Prefirió evitar su nombre. El rito penitencial que este hombre protagoniza cada Viernes Santo, año con año desde hace 33, impone como requisito el anonimato. Llegó a nuestra cita, en el atrio del templo de La Soledad en Atlixco, cargando un bote con una cadena de 120 kilos de peso.

Nuestro entrevistado, es un engrillado: “No está de acuerdo mucha gente con lo que hacemos, somos juzgados, somos personas que les ponen un estigma, y lo repito, no somos delincuentes, no somos exconvictos, no todos somos personas que venimos de Estados Unidos porque no nos fue bien en la frontera, no somos personas que intentamos reivindicar nuestra vida”.

Los engrillados de Atlixco son un grupo de hombres que realizan una procesión, simulando el viacrucis  que Jesús recorrió antes de ser crucificado. Lo hacen a modo de penitencia, por agradecimiento por algún favor recibido y algunos otros, simplemente por amor al hijo de Dios.

Cada persona que participa tiene sus propias razones, por peticiones, por agradecimiento, no hay nada a cambio por qué salir, cada año hay un agradecimiento, el sufrimiento que Dios hijo vivió por nosotros, lo compartimos en el viacrucis, sentir la pasión y la muerte de Jesús”.

Los engrillados se amarran cadenas al torso, desnudo, y hacen con ellas la procesión. Algunos cargan 40 kilos, otros, hasta 150. Lo hacen caminando descalzos, a través de un recorrido que dura más de tres horas y bajo los fulminantes rayos del sol.

Cansancio, sudor, sed, además se pide el ayuno, breve, el recorrido puede ser corto pero el tiempo es el mismo, es un recorrido cansado y el desgaste es totalmente físico, el peso de las cadenas va a variar, las mías pesan 70, 80 kilos, vienen repartidos, hay compañeros que traen más peso porque su estructura corporal les permite llegar a cargar hasta 150 kilos”.

Los engrillados se preparan para sufrir calambres, taquicardia, asfixia, deshidratación, quemaduras por el sol, que además calienta el acero de las cadenas, magulladuras en la piel, úlceras e irritaciones. Pueden incluso sufrir alguna infección y es que ellos, además se incrustan espinas.

Las espinas provienen de un cactus que solía encontrarse en los cerros de la región pero de un tiempo para acá, cada vez hay menos. Parte de la penitencia de hecho, era ir a buscar las espinas. Ahora, los engrillados siembran sus propios cactus y se los incrustan el día de la procesión.

Desde que yo recuerdo, casi la penitencia era ir a recolectar las espinas, andar buscándola, muy complicado, dos o tres horas hasta encontrar lo de un brazo, actualmente lo que es más factible es sembrar mi propia espina, cuidarla todo el año y usarla este día”.

Hay engrillados con más de 30 años participando en esta tradición. Es el caso de nuestro entrevistado, abogado de profesión, que desde los 14 años de edad es engrillado y que cada Viernes Santo, ofrece su dolor como agradecimiento por lo recibido día con día.

Para el dolor, te mentalizas, sí llega en un momento a lastimar, a sentir la punción, llegas a sangrar, pero es más fuerte el dolor que sufren las personas enfermas, las personas que no pueden salir de un problema, que el dolor que podemos sufrir nosotros”.

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